Carlos, de 65 años, vivía en las calles de Cali tras perder su hogar. Pasaba días sin comer hasta que un voluntario de la Fundación Grupo30 lo invitó a un comedor comunitario. Allí, además de recibir alimentación, encontró apoyo psicológico y orientación para acceder a un subsidio de vivienda.
Hoy, Carlos tiene un pequeño cuarto donde vive con dignidad y es voluntario en la misma fundación que le tendió la mano.
“Pensé que mi vida estaba acabada, pero gracias a la ayuda que recibí, hoy tengo una segunda oportunidad”, nos comparte con gratitud.







